#ElPerúQueQueremos

Antipático por naturaleza

Publicado: 2010-06-10

Fuente: revista Bash, número 77. Versión sin editar del autor

Entrevista por Eduardo Abusada

“Es ideal ser antipático” 

Pedirle al Sr. Humberto Martín Ortiz Pajuelo (Beto Ortiz para todo efecto polémico) que sea una persona común y corriente es como pedirle que baje de peso, a veces lo logra un poco, pero finalmente vuelve a ser el mismo. Así es él, problemático. Así nació, exagerado. Así lo conocen, punzante. Y valgan verdades, así nos gusta que sea. A fin de cuentas, existe el bien, porque existe el mal; o viceversa, según lo apreciemos o despreciemos, Beto es necesario.

 Llegaste como una mansa paloma de vuelta al Perú, pero has vuelto a ser ese Beto que no cree en nadie. ¿No puedes con tu genio?

Eso de que no creo en nadie es una acusación tuya. Hay cosas en las que creo. Es como que dejes de practicar un deporte y regresas gordo, fofo, fuera de forma, pero una vez que empiezas a entrenar le agarras el ritmo. Regresé de Estados Unidos después de 4 años de no hacer televisión y estaba totalmente en otro ritmo. Venía del ostracismo, de la soledad.

¿Tenias miedo al regresar de nuevo a la Tv?

Más que miedo, cautela. Es como regresar a la arena sabiendo que no estás en tu mejor estado físico.

¿Siempre has sido así de irreverente o es una pose para las pantallas?

Yo no sé que es irreverencia. Ya la palabra se ha usado tanto que ha empezado a perder sentido.

Me refiero a ese comportamiento de no respetar las reglas.

El periodismo por definición tiene que implicar una cierta rebeldía ante la autoridad. Es un requisito indispensable para ejercerlo. Un periodista respetuoso de las normas, temeroso del qué dirán, que siempre “respeta el semáforo y las reglas de tránsito” y no pisa ningún callo, va  a ser un periodista mediocre.

Hace tiempo se te ve solo o parece, ¿piensas casarte, sea con una mujer u hombre?

 (Ríe) La verdad es que todas las decisiones que tiendan a establecer rutinas a me espantan. Lo que te conduce a la frustración es la rutina. Incluso en trabajos tan teóricamente tempestuosos como el periodismo, la rutina también se instala: hacer un programa todos los días, a la misma hora, con los mismos temas, con los mismos entrevistados que giran alrededor de tu set durante los años... En la política, en la farándula, son los mismo cuatro gatos de siempre, las mismas discusiones de siempre, las historia son siempre las mismas. Y el matrimonio, creo que es un camino seguro hacia la rutina.

Pero al no compartir tu vida con nadie, ¿no padeces de la llamada  ‘soledad del poder’?

Pero, ¿cuál poder? Yo no tengo ningún poder.

Me refiero al poder que da la fama. ¿Quisiera ser una persona común y corriente?

Yo no quisiera ser común y corriente. Eso sería lo más fácil, ¿no?

Entonces, ¿no te interesa llegar a viejo acompañado?

No me pongo planes a futuro. La verdad es que trato de hacer lo que me gusta, lo que me apasiona. Trato de pasarla bien y de no aburrirme ni deprimirme que es muy fácil. Y la mejor manera es viendo qué de bueno hay hoy. Yo no tengo AFP, no pago seguro de vida, no tengo inversiones en bolsa. No vivo pensando en el mañana. Ya ves, un día estás en una fiesta, te caes por el balcón y chau Bertha.

Veo que no te molesta lo del “solterón maduro”.

Soltero voy a ser siempre, pero no sé por qué “solterón”. Solterito está mejor.

¿Qué es para ti el periodismo en pocas palabras?

Es lo único que sé hacer, por el momento. Aunque sé cocinar también, pero prefiero cocinar cuando me provoca, no porque no me queda más remedio.

Dentro de esta vorágine que es la TV, escribir, ¿se te hace una válvula de escape?, ¿te es terapéutico?

Sí, pero no sé si es terapéutico. He tratado de no someterme a ninguna terapia, porque se supone que éstas te ordenan la casa, te curan traumas, inseguridades, flaquezas. Y si me curan eso, ¿desde qué escribo? Si fuera un ser equilibrado y con todo en su lugar, probablemente no tendría de qué escribir. Ahora que no tengo columna escribo cuando lo necesito, y eso es un poco difícil de definir. Me pasa a mí que el no escribir mucho tiempo me puede poner un poco loco, me produce una especie de empacamiento.

Cambiando de tema, ¿qué es lo que te disgusta en general?, por ejemplo, ¿el tráfico, las combis?

El tráfico no, porque no tengo auto; las combis tampoco, porque no las tomo. Creo que con la edad me he vuelto más impaciente. En la calle antes trataba de sobrellevar el cariño del público, por ejemplo siendo tolerante con el taxista que desde que subo al carro hasta que bajo me interroga sobre el estado de la farándula en general. Tengo que opinar sobre todo. Eso antes lo aguantaba porque decía ‘es el precio de la fama’. Ahora simplemente no lo aguanto. No atiendo las 24 horas, no soy Inkafarma, jaja. Es decir, trabajo en mis horarios; si me invitan a un evento me todo las fotos que quieren y sonrío todas lo que quieran, pero si estoy yendo de mi casa a la de una amiga a almorzar, no tengo por qué responder el interrogatorio de un taxista. Agarro un libro y le digo ‘sorry, estoy leyendo’, o cojo el teléfono o le digo que no tengo ganas de hablar.

Bueno, te has ganado un poco la fama del “malo”.

No soy malo, soy antipático, que no es lo mismo. Eso lo aprendí de Martha Hildebrandt, quien siempre dice que cultiva la antipatía. Es ideal ser antipático. Los simpáticos deben pasarla muy mal, porque tienen que estar complaciendo a todo el mundo todo el tiempo. La vida de Gianmarco debe ser un infierno. Tiene que sonreír, y todo el día abrazar a todos, y eso es una mierda.

Además si pierdes la paciencia a veces -como es natural- te sepultan como cuando le pasa a Paolo Guerrero.

Sí, claro. En cambio si eres antipático y le caes mal a todo el mundo, ya la gente espera que seas una bestia, entonces la pasas mejor. Además es más bacán, porque cuando tienes un gesto generoso, bondadoso, la gente se sorprende, dice ‘ah mira, era humano’.

¿Has llorado en televisión?

Creo que he estado al borde en dos oportunidades. Una, cuando con Aldo nos metimos a hacer una campaña por un chico con cáncer, Diego. Cuando logramos reunir como 200 mil dólares, el chico murió. La otra fue cuando murió Juanjo Fernández de Paredes, mi productor. Pero en general hay dos cosas que trato de no hacer en televisión, llorar y bailar.

Supongo que ya puedes contar con tus amigos con los dedos, o ¿aún te quedan muchos?

Creo que tengo más amigos de los que merezco.

¿Ha jugado contigo?

Depende en qué sentido. Puede ser muy divertido que jueguen con uno. Yo espero que sí me hayan usado de juguete, aunque esa respuesta tendrían que darla otros.

Y a ti, ¿te gusta jugar con las personas?

Me gusta jugar en general. Creo que el trabajo que hago tiene mucho de eso, de jugueteo, de hueveo. Creo que la gente agradece que uno mantenga un espíritu travieso. Esto no está escrito en ninguna parte, es una comprobación que yo hago cotidianamente. Cuando no te tomas las cosas ni a ti mismo tan en serio, cuando no te alucinas que eres líder de opinión, cuando no pontificas, cuando no le dices a la gente que está bien o mal, qué es lo decente, qué es lo corrupto, cuando eres lo menos Lourdes Flores que puedes, la gente te siente más cerca.

Ya que hablas de candidatos, ¿por quién vas a votar, para alcalde y presidente?

No tengo la menor idea, pero con toda seguridad que por Lourdes no.

¿Votarías por Jaime Bayly antes que por Lourdes?

Bueno, sería escoger entre una gansaza y un principito. Es que Bayly es un príncipe, un noble. Votaría por Antanas Mockus, el candidato presidencia de Colombia, si se pudiera. Es un tipo brillante.

Estuve revisando tu web, ¿de donde sacas esos calatos?

Has buscado bastante ah, porque están bien escondidos. Los saco de la calle, y aceptan salir norma, ¿qué sería de mi si no?

Y, ¿has tenido algo con ellos?

No sé, no tengo porque responder (risas).


Escrito por

Eduardo Abusada Franco

Ya olvidé cuántas veces intento mantener un blog. Bueno, aquí voy una vez más. Sólo para bularme de mí mismo y tener donde renegar.


Publicado en

El Hocicon (blog pobre, pero honrado)

Para burlarme de mi mismo y renegar un poco