#ElPerúQueQueremos

Inteligencia para Honduras

Publicado: 2010-06-07

Mientras se realiza en Lima una nueva asamblea de la OEA, nos llega otra colaboración cesuda sobre inteligencia y la crisis de Honduras:

 

MILITARES, DEMOCRACIA, GOLPES DE ESTADO, E (IN) SUBORDINACIÓN POLÍTICA EN EL HEMISFERIO: LA OEA EN LIMA

Por Andrés Gómez de la Torre Rotta *

En el contexto de la próxima Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), a realizarse en Lima, los primeros días del mes de junio, cuyo título no podría ser más sugestivo Paz, Seguridad y Cooperación en las Américas, y habiéndose realizado a modo de preámbulo entre el 12 y 15 de mayo pasado la exitosa XXVIII edición de la MOEA-OEA, también en nuestra capital,  gracias al interés y apoyo del Departamento de Asuntos Internacionales de dicha organización, donde el suscrito tuvo el privilegiado honor de participar para su Segunda Comisión (Seguridad) y Comisión de Declaración Final, resulta pertinente en el contexto de supuestos tiempos de fin de los roles y poderes arbitrales de las Fuerzas Armadas y establecimiento de controles democráticos a las mismas, la lectura de un certero y  brillante artículo, elaborado por dos reconocidos académicos latinoamericanos, especializados en temas de seguridad. Nos referimos a la argentina Rut Diamint y al mexicano Raúl Benítez Manaut, éste último, un viejo conocido en el Perú que participó en el programa de la Universidad de Harvard, Justice in Times of Transition, el año 2002. El profesor Manaut  fue convocado por Juan Velit y Oscar Schiappa-  Pietra para la reforma normativo-institucional de la inteligencia peruana, elaborando en ese entonces un interesantísimo documento de trabajo, que hasta hoy tiene innegable y plena vigencia.

 “La cuestión militar. El golpe de Estado en Honduras como desafío a la democracia y al sistema interamericano”, publicado en la revista de tendencia socialdemócrata,  Nueva sociedad (Nº 226, de Marzo – Abril de 2010. Proyecto de la Fundación F. Ebert), cuyo tema central es la reciente crisis de Honduras, es el aporte de Diamint y Benitez en el que desbrozan los ángulos y aristas de situación política de las Fuerzas Armadas de Honduras, pero tocando ―no tan tangencialmente― a sus siempre inquietas y alertas contrapartes hemisféricas.

 Roles constitucionales

 Diamint y Benitez señalan la abierta contradicción de la carta fundamental Hondureña en material de roles asignados a las Fuerzas Armadas. Señalan que su artículo 272  es como una suerte de dos caras de Jano: Por un lado, se insertan conceptos como profesionalismo, no deliberación, apoliticismo,  subordinación política  (control “civil”’); mientras que por el otro, les coloca funciones de defensa de la soberanía e integridad territorial, de orden público, de velar por el imperio de la constitución y derecho al sufragio, así como de la alternancia en el ejercicio poder.

 Parece ser la vieja polémica de las vocaciones “expansivas” de las Fuerzas Armadas, que en el Perú tomó esa forma, al amparo de la influencia francófila, en la creación y rediseño de nuestro ejército, tomando como base el perfil del soldado administrador (a diferencia del prusiano, o soldado combatiente;  o del alemán, del soldado ciudadano) al vincular la defensa nacional con el desarrollo, visión clásica francesa, cuyo fundamento no fue otro que la permanencia y defensa del Estado regente del régimen colonial, aggiornado con el tiempo, con la famosa palabra “tutelar”.  Recordamos que en el Perú, en el pasado Congreso, cierto parlamentario oficialista (Perú Posible) planteó lo que denominó como vocación restrictiva de los roles de las Fuerzas Armadas en el Perú, y señaló solamente tres funciones: En el ámbito externo, las Operaciones de Mantenimiento de la Paz (OPAZ); y en el ámbito interno, el rol subsidiario del Estado (en modalidad de acción cívica y apoyo al desarrollo) y labores complementarias de soporte a la Policía en la tarea de restablecimiento del orden público interno. Nos parece que tal iniciativa, para hacerla más rigurosa y completa conceptualmente, debió estar acompañada de otro planteamiento concepto clave: Una declaración unilateral del Estado peruano para constituirse como Estado de neutralidad perpetua ante el Derecho Internacional Público (como Costa Rica y Suiza) frente a la existencia de cualquier conflictos internacional, o frente relaciones internacionales no cooperativas en las que colisionen los intereses nacionales de los Estados.

 Fantasma Chavista

 Desde los sectores duros militares y de derecha polarizadora, la crisis Hondureña fue insumo para levantar el viejo fantasma (“cortina de humo”) y supuesta grave “amenaza” que supone Hugo Chávez, con su cleptómana y demagógica democracia “participativa y protagónica”. Este argumento ha sido trilladamente empleado en el Perú, especialmente por los autodenominados “cuadros experimentados” del ex SIN, que coinciden con La Razón de Lima, y que curiosamente no comprenden u olvidan, al amparo de su peculiar y acomodaticia memoria selectiva,  la fuerte química e interacción que existió entre Chávez y Alberto Fujimori, y el hecho irrefutable, que un ex jefe del SIN estuvo a punto de ser Embajador en Caracas, luego de culminar funciones como Ministro de Defensa.

 Diamint y Benitez señalan claramente la vieja táctica o truco del “fantasma Chávez”, lo que parece ser una constante permanente, de  cierta derecha hemisférica, que podría entrar en retroceso, si es que el partido de la U y su candidato Juan Manuel Santos no logra acceder a la presidencia en Colombia. Aunque lejos del “problema”, se estima que la nueva diplomacia chilena pos-concertación, no hace cuestión de Estado en relación al fantasma caribeño.

El retorno de los brujos

John Negroponte fue miembro de la CIA y experto en Vietnam, luego ingresó a hacer carrera en el Departamento de Estado. Estuvo al lado del abanderado de la realpolitik,  Henry Kissinger, en varias negociaciones multilaterales claves y fue nada menos que embajador en Honduras, en plena crisis centroamericana de los años ochenta, con el sandinismo (FSLN) gobernando Nicaragua y el derechista José Azcona Hoyos en Honduras, fomentando la contra. Posteriormente, Negroponte haría una carrera nada desdeñable, pues fue Embajador en la ONU y en Irak post Sadam y primer Director Nacional de Inteligencia al reestructurarse, en el año 2004, la arquitectura jurídica (Acta Truman, 1947) de la Seguridad Nacional de los Estados Unidos. En paralelo, resulta curioso el reciente viaje-gira a Bogotá, Buenos Aires y un tercer país del actual jefe de la CIA, el abogado León Paneta, en febrero de éste año.

 Muchos sostienen el rol activamente determinante que tuvieron políticos halcones y congresistas republicanos norteamericanos ultras en la crisis de Honduras. Estaban viejos conocidos como Otto Reich y Roger Noriega con su “nuevo” neo-intervencionismo, felizmente atemperado por los demócratas; pero estos últimos no restaron la preeminencia a las viejas e intensas relaciones militares y de cooperación activa entre las FF.AA. norteamericanas y las de Honduras. 

 Tábula Rasa, ese ejercicio que se nos hace practicar en el CHDS, parece ser lo que se implementó en Honduras, con la Carta Democrática Interamericana, firmada en Lima.  Las preguntas surgen: ¿Hasta qué punto resulta beneficiosa la cooperación militar con Estados Unidos, cuando, aparte de visitas protocolares y búsqueda de información, los Congresos de nuestros países aprueban verdaderas avalanchas de Resoluciones Legislativas, para el ingreso cuasi-masivo de tropas norteamericanas, y que a la larga no quedan muy claros sus frutos y beneficios propios?

 Estados Unidos y entrenamiento militar

 Atinada es la mención de Diamint y Benitez sobre el rol de la School of Américas, ex SOA y hoy WHINSEC.  Los militares latinoamericanos no se hicieron golpistas por recibir cortos y precisos programas de entrenamiento castrense (es verdad que muchos militares de facto pasaron por SOA, como Galtieri Noriega y Bánzer), sino que éste es un problema de siglos en el continente, que comienza por diversos factores de muy compleja explicación; entre ellos, el de la débil consolidación de estados-nación, e inexistencia de instituciones y sistemas políticos, y consecuentes contrapesos, los que crean las condiciones para la intervención de las Fuerzas Armadas.

 Sistema interamericano

 Diamint y Benitez, formulan un análisis a modo de devenir histórico sobre la viabilidad de la defensa colectiva de la democracia, recordando los casos Fujimori (1992), José Serrano Elías (Guatemala), el del coronel Raoul Cedrás (Haití), Hugo Chávez (2002), Bucaram y Gutiérrez (Ecuador).

 Se muestra aquí la precariedad de las instancias formales de resolución de crisis y la existencia de una sempiterna diplomacia paralela a modo de dos carriles, que a la larga, se impone frente a los mecanismos formales tradicionales (lástima por la excelente Declaración/Compromiso de Santiago de 1991, Resolución 1080). Según su apreciación, la OEA mantuvo sentimientos encontrados en cuanto a la interpretación de diversos principios establecidos en su carta constitutiva en el caso Honduras: Autodeterminación y soberanía primaron frente a otros preceptos no menos importantes. Se trata de una vieja tesis que dice que la OEA es lo que sus estados miembros quieren que sea…

 Respecto de la seguridad, esta no parece ser tan “multidimensional” como correctamente lo propone y promueve la OEA, especialmente  desde  las Declaraciones de México (Declaración sobre Seguridad de las Américas, de octubre de 2003) y previa de Bridgetown (2002). En escenarios de crisis políticas parece que sigue restringida y circunscrita al ámbito y coto reservado de militares dirimentes, o cooperativa en un sentido muy peculiar (el presidente “saliente” Mel Zelaya aduce haber sido “trasladado” de Tegucigalpa al extranjero, vía la base militar FOL de Palmerola/Soto Cano). En éste contexto, complicadísima será la próxima elaboración de la Declaración de Lima, pues la Asamblea General  de la OEA deberá realizar un exigente ejercicio de negociación, conciliando posiciones, percepciones y puntos de vista altamente contrapuestas dentro de sus Estados parte.  

 Conclusión

 Nos entusiasma sobre manera el concepto esgrimido por Diamint y Benitez en el trabajo, acerca de un nuevo rol de “colaboracionismo arbitrario”, (cómplices, ya ni si quiera co-autores ni menos sujetos activos) de las Fuerzas Armadas en decisiones de alta política (Kissinger), que puede aplicarse perfectamente al caso  de Honduras en su reciente crisis  institucional, lo que deberá ser analizado con mayor detenimiento por sus futuros efectos y ecos en el hemisferio. Como colofón, recomiendo especialmente los números 205  (“América Latina en tiempos de Chávez”) y 206 (“¿Rebelión en el patio? Estados Unidos y América Latina”) de Nueva Sociedad,  pues traen artículos que complementan las visiones recreadas por Diamint y Benitez sobre el tema en cuestión,  inserto en el número 226.

* Participante por el Perú. XXVII MOEA-OEA, Lima, mayo 2010, para la Comisión de Seguridad y Declaración Final.  Profesor universitario y asesor empresarial privado.

 


Escrito por

Eduardo Abusada Franco

Ya olvidé cuántas veces intento mantener un blog. Bueno, aquí voy una vez más. Sólo para bularme de mí mismo y tener donde renegar.


Publicado en

El Hocicon (blog pobre, pero honrado)

Para burlarme de mi mismo y renegar un poco